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EL SILENCIO DEL PSICOANÁLISIS 

 «El silencio no libera al sujeto del lenguaje, callarse permanece cargado de un enigma»

El psicoanálisis se interesa por el silencio porque es su objeto, su instrumento de trabajo y es la condición para el encuentro con el inconsciente. En nuestro discurso cotidiano usamos el silencio para dar sentido o énfasis a una palabra o a una frase.

 

Freud dio cuenta del valor del silencio tanto en su trabajo clínico como en sus estudios teóricos y técnicos. Se interesó por el silencio de los síntomas de las histéricas, que mantienen callado su deseo pero se expresan a través de su cuerpo en las parálisis, en los embarazos o en las cegueras. También entendió el silencio de la censura, silencio que el sujeto impone a sus palabras y emociones cuando se enfrenta a lo no aceptado, por el ideal que tiene de sí mismo, y nos hizo conscientes de las alertas al silencio mortal de los accidentes, esos actos sintomáticos que nos hablan de la autodestrucción de los seres humanos.

 

El psicoanalista francés Jacques Lacan dice que «el silencio no libera al sujeto del lenguaje… [porque] …el callarse permanece cargado de un enigma».

 

Dentro y fuera del psicoanálisis constantemente nos enfrentamos a los enigmas del silencio: en silencio nos trabamos ante el nombre o la palabra que se nos escapa en el lapsus linguæ, nos quedamos en silencio y sin palabras por la falla en la memoria, sufrimos cuando nuestro discurso se detiene ante la página en blanco. En todo momento, el silencio nos hace saber que el inconsciente ha interferido y nos encontramos ante un hecho analizable.

 

Todos hemos experimentado o padecido el silencio de la ausencia, de la espera, de la duda, de la reflexión y de la introspección. El silencio del reconocimiento, el silencio prudente y el de la aceptación. El silencio del miedo, del terror, del pánico, del rechazo o de la hostilidad

 

Una vez que el hombre ha hecho a las estrellas responsables de su destino, les pide que rompan el silencio. Los sacerdotes, los adivinos y los astrólogos han tratado de ser, en todos los tiempos, los lectores y traductores de ese silencio.

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